El balance siempre debe estar equilibrado al final del ejercicio, con respecto al total de activos y pasivos.
Esto se explica puesto que tanto si hay una ganancia como una pérdida, las dos cantidades que se registran son idénticas: la primera registra el origen del dinero entrante y la segunda indica a qué se destina dicho dinero.
➡ Tomemos el caso de una empresa que genera ganancias: sus activos aumentan porque tiene más. Al mismo tiempo, aumenta el nivel de sus pasivos. Como el beneficio generado se convierte en una deuda con sus socios (capital social), mecánicamente, debe más y tendrá una menor liquidez.
Asimismo, un préstamo bancario a corto plazo permite a la empresa obtener activos corrientes (en forma de efectivo disponible). Y la misma cantidad también se incluye en la deuda, porque la empresa estará obligada a devolverla.